sábado, 9 de febrero de 2013

Ramón Barragán




Ramón Barragán empezó a tocar el tambor de niño y nunca ha abandonado esta actividad. Se gana la vida como tapicero y también en las campañas agrícolas pero su auténtica pasión es este instrumento con el que acompaña a su Hermandad en la Romería del Rocío.

-¿Cuándo empezó usted a tocar el tambor?

Pues desde que tenía dos años. Soy natural de Pilas, un pueblo de Sevilla muy rociero y esa devoción se hereda de padres a hijos. Me he criado tocando el tambor y la flauta. Esos fueron mis primeros juguetes.

-¿Qué ofrece usted como tamborilero?

-Puedo animar bodas, bautizos y comuniones con mi tambor de El Rocío y la flauta. Y también toda clase de eventos.

-¿Se puede vivir de tocar el tambor?

-Es muy complicado. Pero tampoco es eso lo que busco. Para mí el tambor constituye más bien una pasión y lo que más me gusta hacer en esta vida. Cuando voy al Rocío se me pasan las horas tocando el tambor y la flauta sin darme cuenta. Soy feliz mientras veo bailar a las familias que componen mi Hermandad de La Algaba.

-¿No se cansa?

-Lo que me han inculcado desde que era niño es que si haces las cosas con corazón y disfrutas siempre con lo que haces no sólo no te cansas sino que también logras que disfrute todo aquel que se encuentra a tu alrededor.

-¿Qué supone para usted la Virgen del Rocío?

-Lo es todo. Le profeso una gran devoción y en los momentos más difíciles representa un gran apoyo para mí.

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